jueves, 28 de junio de 2012

VIAJE A ROMA

Viaje a Roma (18 y 23 de Junio), temperatura media 40º de temperatura. Primer día La primera tarde en Roma, según lo previsto nos permitiría pasear desde el Hotel hasta la zona del Coliseo y los foros imperiales. El hotel estaba lejillos, en Santa Mª de Gerusaleme. Caminamos por la Via Labicana hasta el Coliseo y arco de Constantino.
A lo lejos, en una oscuridad casi increíble estaba el Arco de Tito. Nos sentamos en uno de los pibotes desde donde los maniremos imperiales arriaban las velas para cubrir del agobiante calor los espectáculos del Coliseo y desde allí pudimos ver el hormigón de las desnudas paredes del anfiteatro Flavio sin los veteados mármoles que hoy relucen en el pavimento del Vaticano. Aquella noche nos resultó agradabilísima, había pocos curiosos por la zona. Seguro que la mole colosal de Nerón ( de ahí lo de coliseo) nos oteaba desde el Olimpo. Subimos por unas escaleras que nos llevó cerca de S. Pietro in Vincoli, donde dormía soberbio y arrogante el Moisés. Vagabundeando por las callejuelas nos adentramos en vía Cavour y en una esquina había una pizzería con una terrazita exterior pero demasiado pequeña para todos nosotros. Nos hicieron pasar al fondo de un salón climatizado, si no era imposible soportar el sopor de aquella noche romana y allí nos intentamos poner de acuerdo en el menú, el tipo de pizza, los ingredientes de la pizza margarita, la pasta y los antipasti. El agua, frizzada ( fresquita) resultó ser agua con gas, no nos gustaba, el plato de la casa picaba tela y nerviosos como estábamos por si España ganaba, no pudimos verlo porque a la vez jugaba Italia y todas las teles tenían el partido local, como era lógico. Desde dentro escuchábamos los goles que metía Italia, nos enteramos al menos de uno que metió España y de pronto entró un señor cantando, Danilo Santini “qué viva España” y nos anunció que España e Italia se habían clasificado. Cantamos y nos reímos un montón con el hombre que resultó ser el dueño del bar. Este es su blog, seguro que es simpático: danilosantini.blogspot.com
Después del chaparrón de canciones y con el sonsonete de “volaré oh oh oh oh” nos fuimos contentos dirección Foro Trajano, no sin antes pasar por la desvergonzada plaza Venezia y delante de la “máquina de escribir”, es decir, el monumento a Vitorio Manuel que como un pegote nos recuerda lo crueles que pueden llegar a ser los dictadores. Allí pudimos comprobar cómo Mussolini, sin respeto al pasado histórico de Italia imperial atravesó con una avenida las ruinas romanas. Camino de la fontana de Trevi nos cruzamos con todos los coches de italianos pitando y celebrando su victoria, los grupos de excursionistas españoles celebraban la suya.
Una locura, bandera en mano. De pronto el arte nos pone en nuestro lugar, la fontana, exultante, majestuosa desbordaba luz y ruido. Allí Neptuno intentaba domar los tritones que relinchaban nerviosos por el ruido de la gente. Echamos la moneda, grabamos en nuestra retina la deslumbrante imagen y extasiados nos volvimos al hotel. Anduvimos casi o más de una hora hasta nuestro hotel. El día siguiente nos levantaríamos a las 7.30.
2º día El día amaneció caluroso, ya desde muy temprano hacía calor. Fuimos derecho al Coliseo, pasamos por los jardines de la Domus area, todo ruinas e imaginamos bajo un precioso árbol que se me antoja una parra colgada, cómo vivían los Flavios cuando decidieron construirlo sobre un lago artificial para Nerón después del incendio de Roma. Corrimos a la sombra de San Pietro in Vincoli a ver a Moisés, terrible, severo, de su perfil izquierdo, su mejor imagen, su anatomía precisa, su musculatura robusta que no chocaba en un rostro de anciano. Bualá, Miguel Ángel.
Había que irse, recorrer la plaza del Quirinal, rozar con la mirada la fuente del tritón y acercarse corriendo a la esquina de San Carlo alla Quatro Fontana. Las cuatro fuentes que decoran las esquinas de los edificios son la representación del Tiber y el Nilo al Norte, y Juno y Diana al sur. Alimentadas por un rehabilitado acueducto construido por Claudio y que llevaba agua hasta los puntos más altos de la ciudad desde los montes Albanos. ¡cómo para que el agua no esté fresquita y sepa bien! Esta historia la conté en el interior de la iglesia, movida y alabeada para capricho de Borromini.
Antes de llegar y en la pequeña Chiesa Santa María della Vittoria, construída por Carlo Maderno, el mismo arquitecto que hizo la monumental portada de la Basílica del Vaticano, la capilla y el éxtasis de Santa Teresa. Su escultor, Bernini, del que ya sabemos mucho, interpretó la visión de la Teresa de Ávila tal y como ella la contó… ” después de que un ángel muy bello y ardiente se me apareciera, me traspasó el corazón con una flecha yme dejó totalmente turbada por el amor de Dios. El dolor era tna vivoqueme arrancaba gemidos, pero la suavidad que lo acompañaba era tan grande que no hubiera querido que se acabara…” Sin palabras, cojo una moneda de 0.50 y la echo en el aparato que enciende las llamas de bronce del fondo por dos minutos. Nos echamos una foto y nos vamos. Tenemos la Galería Borguese a las 12.30. A correr. Pasamos por la Porta Pinciana que da entrada a los jardines de la familia Borguese. Nosotros íbamos en busca de la estela de Bernini y del barroco más teatral. La primera sala se dedica por completo a Paolina Borguese, la hermana de Napoleón y mujer de Marcantonio Borguese que después de encargarle a Canova el retrato de su mujer, y como resultó sensual y posaba semidesnuda como una diosa romana, la guardó durante muchos años. Pero adelante no es el Neoclasicismo lo que se viene a buscar aquí, es a Bernini. En la segunda sala David, enfadado, atlético, agresivo diría yo, en tensión. ¡ qué gusto rodearlo y admirar su talón del pie levantado, su espalda anatómicamente perfecta, sus gemelos. Así era como disfrutaba también Scipión Borguese, el cardenal, cuando lo encargó allá por 1630.
Tercera sala, Apolo y Dafne, que te pillo que te pillo. Ya conocemos la historia, ahora nos recreamos en la rugosidad de la corteza que le crece por los tobillos a Dafne y cómo de sus finos dedos brotan ramas de laurel, su rostro ahogado por el pavor de ser tomada por Apolo. Ahora pasamos por la sala del hermafrodita dormido, que inspiraría la Venus del espejo de Velázquez. La sala del rapto de Proserpina, el perro cancerbero a nuestra altura. La mano de Hades aprieta las tersas carnes de la mujer como si de una superficie mullida se tratara y no duro y rígido mármol. Qué calidez!
Otra sala en el piso superior albergaba pinturas de Rafael, Caravaggio, Ghirlandaio… puro deleite para la vista del Cardenal Borguese que las mandó hacer para decorar su ostentoso jardín. Corrimos a la Plaza de Spagna, estábamos en lo alto enla fachada de la iglesia della Trinitá dei Monti, menos mal que no tuvimos que bajar la escalera. Entramos en el metro porque a las 4.30 teníamos cita en la Via Appia Antica para trasladarnos al mundo subterráneo de los muertos. Íbamos a la catacumba de San Calixto. Ahora comprendo lo lejos que iban los cristianos en la época de la clandestinidad a enterrar a sus mártires y seres queridos. ¡Qué fresquito dentro de la catacumba! Entre tanta galería llena de loculi en filas que contaban más de 10 en altura, perderse podía ser horroroso. Allí comprobamos los símbolos que utilizaban los cristianos para recordar a sus difuntos: el crismón, el áncora, el pez, la hoja de parra o corazón. Las escenas de Jonás. La orante, pero el buen pastor no estaba. No importa, está la copia de Cecilia Metella, la erróneamente considerada patrona de la música por el texto que dedica a su esposo: “ Venit díes in quo thálamus collacatus est, et, canéntibus [cantántibus] órganis, il•la [Cecilia virgo] in corde suo soli Domino decantábat [dicens]: Fiat Dómine cor meum et corpus meus inmaculatum et non confundar.” Vino el día en que el matrimonio se celebró, y, mientras sonaban los instrumentos musicales, ella (la virgen Cecilia) en su corazón a su único Señor cantaba [diciendo]: Haz, Señor, mi corazón y mi cuerpo inmaculados y no sea yo defraudada (que es una paráfrasis del salmo LXX: In te Dómine speravi; non confundar in aeternum). La palabra latina órganis es el plural de órganum, que significa ‘instrumento musical’ se tradujo como ‘órgano’. Entonces la frase ‘mientras sonaban los instrumentos musicales, ella le decía al Señor’ se volvió ‘ella cantaba y se acompañaba con un órgano’. Y así Cecilia se volvió patrona de la música.
Después de la visita a San Calixto tocaba tiempo para tiendas. Nos separamos, unos a Plaza de España, otros al hotel. A la noche en la Piazza Navonna.
3º Día: Florencia Salimos camino a Florencia a las 7.30 de la mañana con la idea de pasar por el Duomo de Orvieto pero nos fue imposible porque a la entrada en la ciudad hay que pasar por un funicular que nos sube hasta lo alto del pueblo, para los autobuses imposible acceder a la ciudad sin permiso del municipio. Seguimos a Florencia. La llegada a la ciudad nos cogió con todo el calor, el puente Veccio se veía a lo lejos confuso por la solana. Lo atravesamos y respiramos su rutina comercial diaria, tiendas de joyas y suvenirs variadísimos y exquisitos. Llegamos la Piazza de la Signoria y en la loggia de la plaza nos refugiamos para tomarnos un respiro. Un vigilante se acercó y nos dijo que allí no se podía ni beber agua ni comer. La loggia es como un museo al aire libre ya que allí se exponen las esculturas de Perseo ( Cellini) y el rapto de las sabinas de Giambolonia.
Delante del Palacio Veccio la réplica de David de Miguel Angel y tras la fuente de Neptuno ( llamado” Il Biancone” irónicamente por los florentinos) la estatua ecuestre de Cosme I de Medici, mecenas de la ciudad.
Del centro civil y político al centro religioso de la ciudad, el duomo, el campanille del Giotto y el Baptisterio.
Por el camino nos encontramos al protagonista de CSI Las Vegas.
Nos acercamos al Mercado Nuevo donde echar una moneda por “el Porcellino”, que es una obra enbronce de Pietro Tacca ( el escultor nos trajo el gusto por las estatuas ecuetres e hizo el de Felipe IV en la Plaza de España de Madrid) Santa Maria Novella dormía al sol desierta y elegante. En su interior la Trinitá de Massaccio, obra cumbre del Quattrocento florentino. Junto a ella el crucificado del Giotto y las capillas repletas de frescos de Ghirlandaio. Callejeando de una plaza a la otra nos volvimos a Roma. 4º día El plan del día era mañana en el Vaticano y tarde en en el foro del Pantheon. En la plaza de San Pedro, la exultante columnata marmórea perfectamente alineada desde los puntos centrales del óvalo, poca gente y ni una sombra.
La fachada dominada por columnas de orden gigante, obra de Carlo Maderno, y en estilo barroco, oscurece la imponente cúpula de Miguel Ángel que la concibió para una planta de cruz griega y no basilical con una nave tan extremamente alargada que rompiera el orden renacentista. Por los patios privados es por donde hay que ver la cúpula y ábside que fue lo que terminó Miguel Ángel. Entrada por los museos vaticanos, estancias y colección valiosísima de los museos vaticanos: El apoxiomenos de Lisipo, el Laoconte, emperadores y alegorías, retratos de viejos senadores romanos y diosas fenicias. Niños helenísticos y la exquisita animalística de la misma época.
Las estancias de Rafael, la escuela de Atenas y por último la Capilla Sixtina con su soberbia bóveda y juicio final. Epílogo surrealista de Miguel Ángel.
Comimos en una pizería por 10 euros. “ La medusa” en Via Vespasiano 25 y a comprar más cosas. La tarde la echamos en el hotel. Un rato, porque por la noche, la última noche, había que ir al Panteón de Agripa.
Todavía de noche hacía calor. ¡Qué buena el agua de las fuentes de Roma! el día 22 salimos muy temprano porque teníamos que coger dos aviones, entre ambos 45 minutos. Al final nos quedamos en Madrid una noche más.Para algunos lo mejor del viaje. ¡Espero que no lo tengáis en cuenta dioses del Pantheon, clásicos del Renacimeinto y Barroco! El holel Meliá Barajas hizo las delicias de los chicos.
¡Espero más fotos y reflexiones vuestras chicos!